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Di sí a la piratería

Este artículo lo encontre en el blog de Andrés Jorge.
Básicamente habla sobre la piratería de películas, espero sea de su agrado.

Di sí a la piratería (también puedes callarte)

Si alguien quiere saber cuánto afecta la piratería a Cinemex, Cinépolis et al, nada más tiene que hacer una pequeña búsqueda en Internet por “nuevas salas de cine” o algo así y verá qué pobres están los muchachos. Por eso, ahora, cada vez que vamos al cine, tenemos que tragarnos el numerito del “papá pidata”, sobre todo porque con la crisis ya no hay tantos anuncios de coches y artículos de lujo.
Es más inmoral hacer una propaganda de ese tipo y meterse con la familia mexicana por consumir películas piratas cuando una entrada al cine en México es igual a un salario mínimo y un tercio de los mexicanos vive con menos de eso.
Además, es de una rancia estupidez no entender que la piratería llegó para quedarse por una sencilla razón: donde hay una demanda, habrá una oferta. Hasta Milton Friedman reconocería que la piratería es una forma más de autorregulación del mercado y si el otro Friedman no la incluye como uno de los “aplanadores” en su libro La Tierra es plana sobre la nueva economía de la era digital es porque evita meterse en esos terrenos, pero aún así se puede leer entre líneas.
Lo que sí dice Thomas Friedman, y es lo que no parecen entender CANACINE, es que el mundo de hoy, de códigos compartidos y la colaboración entre iguales, está generando una nueva sociedad y que las compañías que luchan contra fenómenos como la piratería pierden su tiempo y su dinero porque para las nuevas generaciones incluso el concepto es obsoleto. Quien conozca algo de la cultura digital sabe muy bien que hoy prácticamente todos los individuos usan software pirata, y de un modo u otro consumimos productos pirata, incluso sin pagar nada, y que casi nadie está exento.
Y no se trata sólo de las salas de cine, que a pesar de la piratería están teniendo un crecimiento exponencial en México y hacia Centroamérica, yo no he oído aún del cierre masivo de Mixups, de Sanborns, o para el caso de ningún estudio de cine, y mucho menos de productoras y casas de música, los dueños del pastel, nunca dispuesto a compartirlo, y menos con los zarrapastrosos y los muertos de hambre. Lo que sí he visto es como han tenido que bajar los precios de muchos de esos artículos pirateables, poner etiquetas rojas por todos lados y lo más pronto posible. Lo que sí he visto, en fin, es autorregulación del mercado y cómo se van al traste ciertas prácticas monopólicas que, por las buenas, nunca han dejado de aplicarse.
Es inmoral pagarle a nuestros políticos las bestiales cantidades que se les paga para su desgobierno, sus campañas multimillonarias y su total desinterés por el arte y la cultura, y para el caso, por el cine nacional, pero a CANACINE se le hace más fácil meterse con los piratas y con quienes consumen productos pirata. Es una desvergüenza que quienes venden palomitas a un precio apenas inferior al salario mínimo traten de desmoralizar a quienes no tienen al cine siquiera como opción. ¿O es que el mensaje es más selectivo y va dirigido sólo a la clase media y a esa quinta parte de los mexicanos que acumula el 73% por ciento del la riqueza del país? Supongo; cabe aquí la máxima del Patriarca garciamarquiano de que el día que a la mierda le pongan precio los pobres nacen sin culo. No, no cuentan.
No voy a justificar la piratería o mi propio consumo, ni me interesa, sólo reafirmar que una sociedad con tales desigualdades como la mexicana es precisamente el mejor caldo de cultivo para que florezca este fenómeno. Y por supuesto, lo único que está cambiando es la manera en que la gente consume, las opciones, pero ni se va a morir el cine, ni la música ni ninguna de las artes que merezcan tal nombre, sino todo lo contrario. Sony Music no puede contar con su fetiche culón de Mariah Carey para que le genere cantidades estratosféricas de dinero, porque la gente no va a comprar sus cds con aquellos precios (nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos) y la gordita tendrá que volver a los escenarios y cantar donde la vean. Ya la hizo Radiohead cuando decidió subir In Rainbows directo a la red para que cada quien pagara lo que quisiera por su álbum o fueran a verlos en vivo.
¿Quiénes pierden con todo esto de la piratería? Los intermediarios, los que han chupado durante siglos del talento de los demás. Cada vez van a ser más quienes crean por sus propios medios y menos los que viven de ellos. La maquinaria parásita que ha mantenido el comercio de las artes es lo que se está muriendo. O reinventándose. Piensen en Napster y en Itunes. Piensen, los de CANACINE, en cómo puede hacer que más gente vaya a sus salas, en darle una oportunidad a quienes no pueden con sus precios y dejen ya de joder más a los ya jodidos.
Como escritor y lector me resulta doloroso entender lo lejos que están los libros de los mexicanos. Ver cómo aumenta año con año su precio y hasta para quienes no tenemos las mayores carencias se hace más difícil comprarlos. Una amiga contestó a mi primer post sobre este asunto con la broma de que mis novelas estaban en venta en un changarro pirata por cinco pesos. Ya quisiera yo, digo, tendría muchas lecturas, y lectores, y yo dejaría de comprar mi propia obra en amazon.com. Porque para mis editores ya no son negocio, o nunca lo fueron.





Escuchando: Damn Yankees - High Enough

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